Yo siento sensaciones corporales y “me doy cuenta” de que siento. Yo siento emociones y “me doy cuenta” de que siento. Yo pienso, y me puedo dar cuenta de que estoy pensando.

“Me doy cuenta” a través de la consciencia, que no es el pensamiento aunque haya sido identificada excesivamente con el nivel mental.

La consciencia se despierta a través del Eje Central, volviéndose instrumento de observación, de integración, “el aquí-ahora”, “la atención”, “el darse cuenta”, “el sí mismo”, como han sido definidas en otras teorías. 

Maslow consideró la pirámide de necesidades básicas del ser humano, teniendo en cuenta las necesidades más elementales como alimento y cuidado que él sitúa en la base de la pirámide, contemplando la última de las necesidades que es el desarrollo de la espiritualidad (que diferenció de religión) y que sitúa en el vértice de la pirámide. 

 

Su teoría es una de las bases de la consideración de la consciencia como instrumento terapéutico y por lo tanto, a contemplar dentro de la psicología.

Esta consideración de la consciencia abre un campo de desarrollo del ser humano que ha permitido integrarlo no solo como vía de evolución sino como camino hacia la salud y el bienestar psicológico.

Discernir entre el lenguaje de la mente obsesiva al servicio del síntoma, del lenguaje creativo, al servicio de la consciencia es un objetivo en las sesiones de la TEC, siendo la consciencia un instrumento para estar “presente” su lenguaje descriptivo no puede contener negaciones, ni juicios sino afirmaciones, SI A LA VIDA, que proyecten la mente creativa a vivir en el aquí-ahora y al futuro.

 

El silencio interior se considera una condición necesaria para el aumento de la consciencia; el reconocimiento y el entrenamiento de ese espacio de silencio se vivencia y propicia a través del Eje Central.

 

 

 

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